jueves, 26 de julio de 2012

Quemas.


Fuimos esa pareja tóxica. De esas que supuestamente, cuanto más daño se hacían, más se querían.
A ti te gustaba ponerme celosa, y a mi hacer que te enfadaras. A mí me gustaba morderte, y a ti pegarme. Eras capaz de empezar una discusión que durara días por cualquier gilipollez. Luego decías que te encantaba ese juego de besos y caricias como reconciliación. Pero a mí no me hacía gracia como me hacías sentir; tenía miedo de perderte, perderte de la noche a la mañana, eres tan imprevisible. Y eso lo odiaba de ti; podías quererme por el día, y  por la noche serías capaz de decirme que me has engañado con otra. Lo peor es que así sucedió.
Y ahora tienes la cara de volver como si nada, diciéndome que he cambiado. ¿No te das cuenta de que he cambiado mi forma de ser contigo, y no en general? Yo sigo siendo la misma hija de puta de la cual te enamoraste.