miércoles, 11 de febrero de 2015

Posdata.

Querido Amor,
hacía mucho que no te escribía y no voy a disculparme por ello. Te fuiste y yo me quedé allí en aquel banco horas, días. Mi corazón incluso meses. 
Ya no sé cómo eres. No soy capaz de ponerte rostro, de ponerte voz. Ya no sé qué eres. Por más que lo intente no recuerdo lo que lograbas hacer sentir. Y es triste.

Amor, no sé cómo puedes ser capaz de convertir a una persona en vacío. Cuando te marchas en su pecho ya no hay nada, solo eco. Y no te atrevas a gritar dentro ya que acabarías dejándolo todo hecho trozos y a ver quién arregla ese desastre. Ahora no me digas que el tiempo lo arregla todo, porque ese solo sabe engañar. Parece que pasa rápido pero no soluciona nada.

Yo ya no sé qué hacer, por eso no hago nada. Solo bebo en la barra del bar y fumo callada. De vez en cuando hecho un polvo, pero solo es eso: polvo. Y el polvo se lo lleva el viento. Por eso nunca suelo regresar a roces efímeros que tuve en camas ajenas. 
Por tu culpa he hecho las cosas mal con muchas personas. Ya me dijeron que las prisas no son buenas y yo nunca aprendí a hacer caso a lo que me dicen. Por eso callo y asiento, ya que sé que es mi causa y efecto.

Amor, me despido. No esperes que te escriba algo bonito porque los finales felices nunca existen. Lo siento.
Posdata: ojalá no te hubiera conocido nunca.