martes, 20 de septiembre de 2016

A salvo.

Hoy en día las personas viven en una batalla constante
y sin darse cuenta se van perdiendo a sí mismos.
Lo van perdiendo todo.
No hay nada a salvo.

Todos tenemos dos espadas: lo que fuimos y lo que somos ahora.
Vosotros luchad con la que queráis,
pero yo guardo ambas ya que sé
que sin una no hay otra y no sabría pelear.

Es cierto, soy una guerrera en ésto de la vida
pero no participo en vuestra guerra.
No, no seré ninguna fugitiva,
porque no saldré huyendo.

Yo ya estoy en paz.
Ya luché lo que tuve que luchar
para conseguir la calma dentro de mi pecho.
Así que no me vengáis ahora con historias
para que acabe luchando en vuestras movidas.
¿Qué os hace pensar que disfruto  al estar al borde del precipicio?

Daos media vuelta y dejadme con mi vida.
Alejaos de mí,
que mi león ruge y no tiene miedo de atacar.

martes, 9 de febrero de 2016

Constelaciones.

No sé vosotros
pero aquí el mar ya no está removido.
En mi pecho ya no hay tormenta y
en mi cabeza hay paz.
Se podría decir que ambos se dieron la mano
cuando leí mi línea preferida en tus ojos.
Quisieron dar bandera blanca a tanto caos
y quedarse meciéndose en tu presente.

De vez en cuando,
sin pretenderlo,
alguien va y te enseña algo nuevo sobre ti.
Gracias por hacerme ver
que lo que hay dentro de mí no es una utopía
y que puedo hacerlo realidad.
Que siempre me hice real.

Nunca me gustaron los límites.
Por eso
la única frontera que me gusta son esos metros
que separan tu cuerpo del mío.
Aunque esa también estoy dispuesta a romperla.

Supongo que cuando dos personas se quieren
su todo llena tu poco
y tu todo llena su poco.
No sé. No me hagáis caso.
Vamos a explicarlo así:
tú eres el Sol
y yo un cuerpo que te orbita.

jueves, 14 de enero de 2016

Suerte.

Frío no es sentir el invierno en la piel. Frío es el miedo que se me mete en el pecho durante cinco minutos cuando discutimos por alguna tontería. Luego llegas, me gruñes como un cachorro inocente y noto como la primavera me abraza y me besa en la cara. En ese momento me doy cuenta de que tengo alguien a quien llamarle hogar y que cuando no pueda más y me sienta igual de destrozada que el Muro de Berlín ahí está el lugar al que puedo ir y dejarme caer. 

El problema es que no me quedan palabras porque te las quedas todas cuando llevo dos copas de más y me da por escupirle al azar por tardar tanto en ponerte en frente. En hacerme abrir los ojos. En hacer que ignorara todo lo que me deparaba contigo al lado. 

Eres suerte.
Y espero que la suerte no se vaya de mi lado.