domingo, 23 de agosto de 2015

Llámame viento.

Siempre he visto a los globos como una metáfora. Imagínate que tienes un hilo en la mano y al otro extremo de él hay un globo atado. Pues bien, hay dos tipos de personas en la vida: las que dejan todo lo largo que es el hilo para que el globo flote con el viento, y luego están las que tienen al globo tan pegado a la mano para que no se vaya que no lo dejan flotar. Ahora imaginaos toda esta mierda pero en personas.

Gracias a dios aprendí y me libré de esas personas que se piensan que mi globo tiene hilo. No necesito que nadie me sujete mientras voy flotando por el azul del cielo. Por eso no me considero la mitad de nadie, sino algo entero.

Tengo la capacidad de regalarme yo misma todo lo que puede darme una persona, pero vosotros habéis derrochado más de lo que os podíais permitir y habéis jugado todas vuestras sonrisas y alegrías al hecho de necesitar a alguien con la esperanza de que algo nuevo llegara, mientras todo arde a vuestro alrededor. Cuando te sientes completo y llega alguien que te aporta algo, desborda todo tu interior, pero no lo vas acabar necesitando en tu vida. Se quede o se vaya. Y no lográis entenderlo.


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