¿Sabéis esos días de lluvia en los cuales solamente te
apetece estar abrazada a alguien? Estar ahí, mirándonos sin hablar, comiéndonos a besos, estrujándonos. Ya el simple hecho de estar entre tus brazos mata cualquier síntoma de aburrimiento; ni siquiera se me pasaría por la mente el verbo "aburrir".
Días como estos son para pasarlos acariciándote, darte besos en el cuello y susurrarte al oído. Ese momento en el que suena un relámpago inesperado, que me asuste y te abrace fuerte como un acto reflejo, o simplemente, que me acaricies el pelo hasta conseguir que me duerma.
Acabar juntos bajo una manta, y empezar una guerra de cosquillas que, afortunadamente, acaba en besos que no quiero que acaben jamás.
Porque, definitivamente, los días de lluvia sin ti en la cama
no tienen sentido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario