miércoles, 22 de agosto de 2012

Creíste que no podrías aportar felicidad a su vida, y te marchaste para no hacerle daño con la excusa más poco creíble que existe en el mundo. No podías decirle que ya no sientes nada, porque no era así. No podrías mentir ante un sentimiento que, aunque no quieras admitir, es más grande que tú.
Ahora solamente sabes echar de menos. No paras de recordar momentos a su lado y todavía se te eriza la piel. En tu cabeza no para de repetirse la misma palabra; cobarde.
En cada canción está su nombre, cada vez que cierras los ojos sientes que se aproxima a besarte, pero al abrirlos no hay nada, sólo una habitación vacía sin su presencia.
En este momento solamente queda esperar que los días pasen y se conviertan en meses. Esperar que los meses se conviertan en años. Y en esos años, esperar a que regrese, o que se te acabe la vida.

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